Marruecos es un país vibrante, alucinante, que te cambia y te mueve.
¡Si supieran las ganas que siempre había tenido de visitar este país caracterizado por sus colores y aromas! No se imaginan las canciones que escuchaba para transportarme, los pensamientos imaginando la cultura, la vestimenta y la forma de vida.
¿Por qué quería visitar Marruecos?
Porque desde siempre había querido conocerlo 🙂 . El misticismo me atraía, yo sabía que ese día llegaría tarde o temprano. Tengo que confesar que la famosa novela brasileña El Clon fue la que me mostró por primera vez (ja, ja, sí) esas imágenes hermosas de un lugar tan distinto al mío. Tenía algunos 14 años de edad aproximadamente y soñaba con que mis pies tocaran esa tierra mística.
La ruta
Finalmente, con 28 años de edad conocí Marruecos y por primera vez África. Pasé 8 días visitando algunas de sus ciudades y pueblos junto a mi amiga. La ruta fue de aventura, en contacto total con la naturaleza. ¡Y no me arrepiento! Visitamos el sur del país. Llegamos a Marrakech, una ciudad llena de gente. Recuerdo esa tarde cuando llegamos y vimos la vida de la plaza principal Jemma el-Fna desde una terraza con té de menta en mano. ¡Increíble! Al día siguiente partimos en camino hacia el desierto haciendo la famosa ruta de las Mil Kasbahs y adentrándonos en el sur del país a la vez que conocimos de cerca la cultura bereber. Al dejar el desierto regresamos a Marrakech para ir hacia Essaouira, una ciudad en la costa.
Las dudas
Antes de planificar el viaje, el cual fue durante el mes de marzo, pensábamos si era conveniente o no viajar solas a un país completamente distinto en costumbres, religión y más. Era el momento perfecto, teníamos días de vacaciones, vivíamos en Barcelona, las dos queríamos visitarlo y éramos atrevidas. Nos dimos a la tarea de encontrar la forma de ir sin grupos grandes de personas (personalmente no me gusta y no lo recomiendo para cuando quieres hacer inmersión del país). No dábamos con nada. Queríamos hacer nuestro propio viaje solas, movernos solas; pero lo teníamos complicado por la distancia grande entre ciudades y pueblos, por miedo que a veces da y el desconocimiento.
¿Con quién viajé?
Viajé con mi amiga, viajamos solas. También de la mano de Saha Tours, una compañía genial que organizaba rutas por la región. Fue perfecto para nosotras, ya que pudimos organizar el viaje para nosotras dos. Encontramos una ruta que nos ponía en contacto total con la naturaleza y la cultura. Al no tener tanto tiempo para planificar el viaje, lo mejor fue haber encontrado a Youssef y su equipo de Saha Tours quien nos ayudó a crear una súper experiencia de acuerdo a nuestros gustos. Así que estuvimos solas descubriendo junto con el chofer/guía, Hassan, lo bonito de Marruecos.
La magia del país
No tan solo que el país de por sí es fascinante, la gente es muy hospitalaria. Esa es la verdadera magia del país. Jamás pensé que me iba a sentir como en casa, por el trato amable, respetuoso y servicial de la mayoría de las personas que conocimos en el camino. Aparte de sentirnos seguras (en general es un país seguro), confiadas y en familia.
Además, Marruecos nos mostró todo tipo de clima; desde tormenta de arena hasta nieve, lluvia, sol, mar, de todo.
¿Y qué puedo decir de la comida? Sabrosa es poco 😀 . “Un tagine y luego un té de menta, por favor”.
Es tan diferente y tan único, que nunca olvidaré el regateo y las negociaciones con los comerciantes. Wow!
El atrevido desierto
Pasar una noche en medio del desierto es una de las cosas más increíbles que he vivido. Un cielo repleto de estrellas, unas dunas color oro, una noche bien fría sin ningún ruido. A toda esta escena le sumamos una cena auténtica, música típica alrededor de una hoguera, haimas (como unas carpas o tiendas de campaña) cómodas y un amanecer de película.
Vuelvo directo al desierto para quedarme no una, dos o tres noches en el desierto. ¡Ya quisiera!
Un cuento corto
Al tener facciones un poco árabes, pues la gente muchas veces me trataba como local. Yo practicaba mi francés al comunicarme en cada sitio y eso ayudaba a que pensaran que era de allí. Me pasó en varias ocasiones que me hablaban directamente en árabe, me preguntaban si era de las ciudades del norte (donde las mujeres se visten más europeas), me confundían y pensaban que era una guía turística. No creían que no fuera marroquí. Realmente, me disfruté muchísimo todo esto y casi que me creo el cuento.
No me equivoqué, Marruecos me fascinó y puedo decir que ha sido uno de los mejores viajes de mi vida. Es más, ni me imaginaba tanta belleza natural ni tanta amabilidad. Regreso para hacer la ruta más cultural, a ver esas otras ciudades imperiales. Y definitivamente que regreso al desierto. Inshallah!